jueves, 21 de agosto de 2014

Shadows (12). Un nuevo despertar.


     Aparece un individuo despertándose en medio del bosque, al lado del él hay un coche y una petaca vacía que había estado llena de alguna bebida alcohólica. El coche completamente abollado, parece ser el suyo. Al levantarse, se exalta y mira hacia todos los lados. Por un momento palpa su pecho y su cabeza y se tranquiliza.
     Va a abrir el coche, pero ve que está cerrado, por lo tanto, decide mirarse en los bolsillos para ver si tiene las llaves, y en efecto, ahí estaban.
      Al abrirlo, intenta arrancarlo, pero el piloto de la batería se enciende y no puede ponerlo en marcha, así que busca en la guantera, y allí encuentra una pistola y su móvil. Al coger el móvil el hombre intenta encenderlo rápidamente, pero el teléfono, no tenía batería.
     El individuo, completamente asustado y muy nervioso, intenta recordar cómo ha llegado allí y que hizo para acabar así, entonces, mira la petaca y no se le ocurre otra cosa, que pensar que se emborrachó y acabó perdido por el bosque.
     - ¿Por qué he acabado así?- Se preguntó.
     Desesperado, se levanta guardándose la pistola en su funda y decide seguir la senda del bosque. Al empezar a caminar intenta recordar que hizo horas atrás. Cuando de repente, empieza a recordar algo, no exactamente de aquella noche, pero si algo que le sucedió aquella semana.
     Ese individuo era John Dellman.
     Dellman andaba a paso lento, pero por dentro era un manojo de nervios. Sabía que la policía estaba muy cerca de él y que tarde o temprano estaría muerto, o peor aún, entre rejas.
     John no le tenía miedo a nada, sólo temía a su pasado. Pero el hecho de estar entre rejas le parecía una idea horrible. Pasar lo que le quedaba de vida entre tres paredes mugrientas sin poder recoger el jabón del suelo de la ducha, no estaba entre sus planes. Dellman prefería morir que acabar así.
     Si aún no se había suicidado era porque aún tenía que mover sus últimas piezas antes de acabar la partida, una partida que le había hundido la vida.
     Dellman caminó por del sendero que se abría  através del bosque. Aturdido y con algo de resaca, caminaba casi tambaleándose, como si la petaca que vació la noche anterior, la hubiera vaciado aquella misma mañana en su garganta.
     -Buenos días John.
     Dellman se giró y apuntó con su revólver.
     - No vengo armado John, suelta el arma por favor. No me gusta hablar con un hombre mientras este me apunta.- Le dije.
     - ¿Por qué me persiguen Larson? Yo no la maté, soy inocente. ¡Yo nunca haría daño a la mujer que amo, David!
     Sólo había hablado con Dellman dos veces, una de ellas fue por teléfono, y la otra vez que hablé con él, se suponía que estaba muy afectado por la pérdida de su amigo.
     - Yo no vengo a matarte John, vengo a hablar contigo.
     - ¡Soy inocente Larson! ¡Yo ya pagué el castigo que se me impuso aquella noche que golpeé a Linda!- Me dijo mientras me apuntaba con su arma.
     - Sé muy bien lo que sucedió John. Pero no vengo a hablar de lo que pasó esa noche. Baja el arma y hablaremos.
     - Como usted desee inspector.- Me dijo mientras bajaba el revólver.
     - Así me gusta Dellman. Es mejor acabar esto por las buenas.
     - ¡Escúcheme bien, yo no maté a Linda!
     - ¿No? ¿Quién fue entonces John? ¿El asesino que lleva persiguiendo tanto tiempo? ¿ Fue ese?- Le dije seriamente.
     - Sí Larson, ¡sí! Va a por mí, ¿no lo entiende? Me mandó una carta mientras yo estaba en Painhome hablando con Jason. Me dijo que había visitado a Linda y Frank, ¡y cuando llegué allí Linda ya estaba muerta, David!
     - ¿La carta? 
     - Sí David, la carta que me escribió el hombre que la mató, el mismo hombre que mató a Daniel McHonell, ¡el mismo hombre que llevo persiguiendo semanas! Ese hombre me ha hundido la vida por completo, David.- Me dijo casi llorando.
     - ¿Esta carta puede ser?- Le dije mostrándosela.
     - ¡Es esa! Oh David gracias a Dios que la tienes.- Me dijo casi aliviado.
     -  John, esta carta fue escrita por ti.
     Dellman se quedó sin palabras. 
     -¿Estas insinuando que yo maté a Linda?
     - Mataste a Linda, John. Esa carta tiene tu letra. Los de criminología identificaron la misma letra en la carta que enviaste a Daniel McHonell.
     - David por favor... No me hagas esto.- Me dijo llorando.
     - Tú mataste a McHonell mientras leía tu propia carta John.
     John me miró a los ojos. Moviendo la cabeza de un lado a otro, totalmente atónito.
     - Mataste a la prostituta que encontraron muerta en su habitación, las camáras que se encontraban situadas en el banco que hay enfrente del edificio te grabaron.
     - No, esto no es verdad David. ¡Es una puta pesadilla! ¡Dime que es una maldita pesadilla David! ¡Dímelo!- Gritaba entre gritos.
     - No John. La madre del hombre encontrado en la 9ª avenida no cree que sea una pesadilla. John, tu mataste a esas personas, mataste al bibliotecario de la calle Bell y a la adolescente gótica.
     - ¡Esto es una broma David! ¡Para!
     - No hay ningún asesino John. Llevas persiguiéndote a ti mismo un mes. Un mes que durante el día buscabas falsas pistas de un supuesto psicópata y cuando llegaba la noche asesinabas a todas esas personas. Llevas un mes sin dormir John, un mes a base de ansiolíticos y whisky.
     - No David, ¡no!- Dijo levantando el arma.- ¡Alguien está contra mí! ¡Me quieren hundir!
     - Nadie te quiere hundir John. Tú mismo te has hundido. Tú mismo has puesto fin a la triste vida que llevabas. 
     -¡Cállate! ¡Para!- Gritaba.
     - No podías vivir un vida sin tu mujer, sin tu hijo, sin tu trabajo. Tu cabeza necesitaba volver a tu antigua vida. Volviste a tu casa para  Linda te perdonara, y acabaste matándola. Los vecinos nos llamaron porque escucharon los gritos. Mataste a Linda delante de tu hijo, John.
     -¡Deja de mentir! ¡Cállate ya!- Me dijo dándome un puñetazo.
     - Por mucho que me pegues las cosas van a seguir igual.-Le dije levantándome.- Ya vienen a por ti John, entrégate o te matarán.
     - ¡Dije que te callaras!-Dijo disparando al suelo.
     - Matamé si quieres, yo no tengo nada que perder. Tú, en cambio, lo has perdido todo.
     Se acercó más a mí y me apuntó con su revólver.
     - Estas enfermo, has perdido la cabeza.
     - Dime, ¿cuándo hablé con Jason entonces?
     - ¿Con Jason, el famoso "Predicador"?
     - Sí, lo visité para que me ayudara con el caso.-Me respondió con el arma en la mano.
     - Jason lleva muerto cinco años John. Lo mató un tumor cerebral. 
     - ¡Mentira! ¡Yo estuve en Painhome la otra noche!
     - Painhome ya no existe. Derrumbaron el lugar hará unos dos años.
     - No,¡no mientas más!
     -  ¿Cómo crees que pudiste matar a toda esa gente sin dejar pistas? Sólo un hombre con tu historial en el FBI podría hacer eso John. Creaste un monstruo a partir de todos los traumas de tu vida. Hiciste que todas esas sombras que te atormentaban acabaran perteneciendo a ti.
     - Sabes que soy inocente Larson.- Balbuceaba entre lágrimas.
     - Necesitas ayuda psicólogica John. Entrégate y te podremos ayudar. No tienes por qué ir a la cárcel. Hay centros en los que te pueden ayudar.
     - Yo no necesito ayuda David.- Dijo.
     - Tendrás que decírselo a mis hombres John.- Le respondí mientras las sirenas de los coches que venían para el lugar sonaban.
     - Yo no estoy loco.
     Al acabar la frase me disparó en la vientre. Yo caí al suelo mientras mis hombres llegaban y él corria hacia el bosque.
     Ahora, todas las sombras que persiguían a Dellman le habían atrapado. El mismo lo había creado todo, para después destruirse, para ser eso, para ser una sombra más.

     
    

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