jueves, 7 de agosto de 2014

Shadows (7). Todo hombre tiene un pasado.

     Regresé al apartamento tarde, la nieve cubría toda la calle y aún no sé como no me maté aquella noche en la carretera. Al pisar el recibidor del apartamento, encontré a los yonkies del bajo peleando. Si un día no se mataban entre ellos por una jeringuilla, los mataría yo. Pero no sólo me esperaba eso, también tuve que aguantar las peleas de la esquizofrénica de enfrente con su madre muerta. Esa tía me daba mucho miedo. Y ya para rematar la noche, encontré una pequeña familia de cucharachas paseándose por la encimera de mi cocina. Las maté a todas con un viejo trapo mugriento. La verdad es que no había demasiadas cosas limpias en ese piso. Aquella situación me recordó mucho al cabronazo del viejo Tony. El viejo Tony era mi padre, que dios lo tenga en su seno.
     No era mala persona, pero más de una vez me cruzó la cara. No le tengo que reprochar nada la verdad. Lo raro es que no me hubiera matado, después de todo lo que vivió, que me pegara no era nada preocupante. 
     Pasé mi infancia con él en Oregón. Él trabajaba en las minas de carbón y tuvo que criarme solo, ya que mi madre murió cuando yo tenía dos años a causa de un accidente de coche. Mi abuelo, su padre, murió en la Segunda Guerra Mundial, cuando él tenía unos meses de vida. Todos esos traumas ligados con el humo de los puros baratos que fumaba y el bourbon casero que le regalaba el vecino, hacían que al llegar a casa mi padre fuera una bomba que acababa estallando junto a mí. Pero un día no pude resistirme, el día de mi cumpleaños, cuando cumplí los quince, el puto viejo intentó darme otra paliza, pero no esperaba que yo reaccionara cogiéndole la mano y pateándole los huevos.
Le pegué tan fuerte, que el jodido cabrón vomitó las judías enlatadas y el bourbon que tenía en el estómago. Yo esperaba que después de eso me dejara en coma de una paliza, pero cuando se recuperó me dijo: 
     "-Eres un buen chico Johnny. Estaba esperando que hicieras eso. Los cabrones como yo nos merecemos a veces un escarmiento".
     Esas palabras me marcaron, pero nunca las pude entender del todo. Supongo que había perdido la cabeza después de tantas borracheras. El viejo Dellman murió dos días después de que naciera mi hijo. Según el forense, lo mató un cáncer de pulmón producido por los puros y el aire de las minas de carbón. El condenado sólo me dejó su viejo mechero que tiene inscrito: "Born to die". Por lo que me contó, se lo mangó a un oficial en el Vietnam. Ese oficial murió a causa de una mina antipersona, mi padre me decía que sólo quedó de él su casco y un brazo.
     Después de recoger las cucarachas, me desnudé y quedé en calzoncillos. Tumbado en la cama, con una botella de cerveza en la mano y mirando al techo pensé en Jason. Me pregunté en que estaría pensando ese puto demente y si las personas como él soñaban. 
     -"Voy a acabar como él".- Me decía a mí mismo.
     El techo era originalmente de color blanco, pero parecía que alguien se había cagado en él y le había restregado la mierda. Entre que ya no me quedaban amigos y que no metería a nadie en esa pocilga, el piso sólo había visto dos personas. Yo, y un tipo que vivía antes aquí. Según lo que me dijo el casero, se ahorcó. 
     Entre los gritos de los vecinos y el olor a orines del pasillo me costó dormir, pero al final caí en la cama como un bebé.
     Por la mañana recordé que había soñado algo, algo que había vivido hace mucho tiempo. Soñé que tenía once años, y que volvía a casa un viernes por la tarde. Mi padre estaba sentado en su vieja mecedora en el porche. No estaba borracho, algo muy raro en él. Pero entonces recordé que día era y  comprendí porque no estaba borracho. Ese día hacía nueve años que murió mi madre. Mi padre por muy duro que fuera, no tenía asumido que mi madre estaba muerta. Él no era muy creyente, es más, no lo vi entrando a una iglesa en su vida. Pero todos los años, en el aniversario de la muerte de mi madre, él, rezaba una oración y luego se encerraba en su cuarto. Aquel día no fue una excepción.
     Cuando entró a su cuarto y se encerró dentro con llave, me picó la curiosidad por saber que hacía allí y al asomarme por la ventana, pude ver a mi padre de rodillas enfrente de la cama llorando como un condenado. Se me calló el alma al suelo. El hombre que me había criado, que tantas palizas me había dado, el viejo Tony Dellman, llorando delante de su cama, no lo podía creer. Pero entonces el se dio cuenta de que lo estaba observando y vino a buscarme al porche. Yo creía que me iba a pegar como siempre, pero para mi sorpresa, me abrazó y me pidió perdón por todo. 
     -"Algún día lo entenderás John".- Me dijo entre balbuceos.
     Estuve toda la mañana pensando en aquella escena, fue la primera y la última vez que me abrazó y lo recordé a la perfección en aquel sueño. 
     Ya comprendía las palabras del viejo Tony. En el fondo yo era como él. Un jodido borracho maltratador, sólo que él no tuvo la culpa de perder a su mujer, yo en cambio, sí tuve la culpa de perder a la mía.
     

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