sábado, 3 de diciembre de 2016

El día que murió la música.

      Fue un martes 3 de febrero de 1959 el día en el que los compositores y músicos Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper murieron en un accidente de avión durante una gira que llevaban a cabo por Estados Unidos. Desde aquel día la gente llamó al trágico suceso "El día que murió la música."

     Don McLean compuso su pieza clave, "American Pie", en 1971 recordando ese trágico día.

     El viernes 2 de diciembre de 2016 fue el día en el que la música murió para mí, y no solo la música, también la poesía, las palabras y todo lo que adornaba este triste mundo gris en el que nos vemos obligados a nacer, crecer y morir.

     Fue el viernes 2 de diciembre de 2016 el día en el que la Luna desapareció del cielo y dejó de iluminar la solitaria y oscura noche. En ese día las estrellas comenzaron a lucir diferente de como lucían con anterioridad. En aquel momento pasadas las 11 de la noche se perdió la ilusión por todo.

     Sin duda alguna volvería a repetir todo aquello antes de ese trágico día, de esa trágica noche, de ese trágico momento con tal de arreglar mis errores.  Pero por desgracia mis palabras solo son eso, palabras. Y desde mi más profunda tristeza no pueden ser entregadas a quien le corresponden.

     Le prometí todo y no pude dárselo, es más, se lo quité. He pagado por algo que que hice  y  sin duda lo merezco, pues nada pasa sin motivo. Como diría esa canción:"I used to rule the world. Seas would rise when I gave the word. Now in the morning I sleep alone."
De tenerlo todo pasé a no tener nada.

     Pediría mil veces perdón, besaría el suelo mil veces para volver a la normalidad. Borraría esa fatídica noche y todo lo que hice con tal de que todo saliese bien.

     Este va a ser mi último escrito, ya no volveré a escribir más. Entregué lo más preciado que tengo, mis palabras y no volveré a por ellas a no ser que vengan de su mano. Ya no me corresponden, ya no me corresponde...

     Sin duda pasaré mucho tiempo buscando el viento. Pasaré mucho tiempo buscándote Denna. Y por mucho que duela, por mucho que sufra, por mucho que me pese, alcanzaré la redención.


     James Blunt tituló a "Goodbye my lover" como la canción más importante de su carrera y de su vida. La canción se sitúa en una fallida relación del cantante con la que él dijo que fue y será la mujer más importante de su vida. Ella le dejó por culpa de él o quizás porque no llegó a pensar en aquel momento todo lo que supondría ese adiós en la vida de Blunt.
Según se dice, él nunca llegó a perdonarse haber perdido al amor de su vida, y cada vez que canta la canción sólo puede sentir culpa, tristeza, impotencia, dolor y mucho arrepentimiento.
Aunque se dice que cada vez que entona la canción lo hace con esperanzas de recobrar aquel amor perdido.


     Mi más sincero perdón por todo. Si algún día vuelves a buscarme, a leerme, si quizás algún día decides volver estaré aquí esperando. Siempre.



                                                                                                                     
Tu Kvothe.

lunes, 23 de marzo de 2015

Time. Capítulo 1: El relojero.

     Mi nombre es Adrian Turner y trabajo para el FBI. Mi día a día consiste supervisar actas de asesinatos, visitar escenas de crímenes y asistir a juicios. Bastante aburrido la verdad.

     Nueva York es una ciudad preciosa, llena de lugares enigmáticos retratados en miles de películas. Nueva York es la ciudad cantada por Sinatra, fotografiada por Kubrick, filmada por Woody Allen; la "Gran Manzana". Nueva York es la ciudad de la libertad, de los sueños, de la esperanza, el modelo americano de ciudad por excelencia.

     Pero Nueva York también es una ciudad negra, oscura, sucia y corrompida por la mafia, las drogas, el alcohol y el sexo. Es esa gran mierda que pintan de dorado y perfuman con Channel Nº 5 para atraer al público. Y la verdad es que lo hacen bien. A pesar de todo, Nueva York es mi ciudad y me guste o no, mi día a día.

     Cada mañana me levanto temprano y paseo por Central Park mientras me fumo mi primer cigarrillo. Me gusta sentir la brisa y las hojas caer de los árboles a la llegada del otoño. También me gusta ver los pájaros volar a ras de los estanques mientras aprovechan la poca calor que queda.

     Hoy he recibido una llamada de la central informándome de que me necesitaban a dos manzanas de donde me encontraba desayunando. Así que me acabé el café, me comí mi bollo diario de crema que venden en Kinker's Donuts y me fumé mi cigarrillo del desayuno. Monté en el coche y encendí la radio para hacer un poco más ameno el camino ya que a hora punta las calles son un hervidero de gente y automóviles. Busqué mi emisora favorita y sonaba "Hallelujah" de Leonard Cohen. Así la escuché hasta darme cuenta que la canción había acabado hacia ya un enorme rato y que solo estaba a unos metros del lugar del crimen. Aparqué mi viejo Chevy Camaro del 69 y bajé de él.

     Llegando a la supuesta casa me encontré con los de criminología saliendo del lugar.

     -Como siempre llegas tarde.-Me dijo uno de ellos, un joven que ya había visto antes en otras escenas.
     -Que te jodan.-Le respondí sacándole el dedo mientras él reía. Era cierto, siempre llegaba tarde.

     Entré por la puerta y nada más pisar el corredor me fijé en la cantidad de relojes de pared que había colgados por el pasillo.

     -Por fin ha llegado, Turner.-Era el detective Roseman. Me estaba esperando.
     -Sabe perfectamente que no tengo prisa. Los muertos no se suelen mover del sitio, detective.-Le respondí.
     -No voy a comenzar la discusión de siempre David, entre ya.-Roseman parecía preocupado. Insistía con ganas en pasar al salón de aquella extraña casa.-El susodicho era relojero como puedes observar por las paredes. Parece que fue asesinado mientras acababa un último reloj y es curioso, ya que murió segundos después de ponerlo en marcha.-Me contaba aquello a la vez que entrábamos.

     La casa estaba muy oscura y olía a cerrado. Además, todos aquellos relojes me ponían de los nervios.

     -Aquí está.-Me dijo señalando el cuerpo. Aquel tipo estaba boca abajo sobre la mesa, sentado en su silla con un agujero en la cabeza de lo que parecía ser una 9mm.
     -Balazo, ¿no?-Le pregunté.
     -En efecto, un balazo a bocajarro en la nuca. Murió instantáneamente, según dicen los forenses la bala puede estar alojada en la zona del bulbo raquídeo, lo que lo mató instantáneamente.
     -¿Hora de la muerte?-Volví a preguntar.
     -Según estiman fue sobre las 12 de la madrugada, pero creo que no hace falta llamar a ningún forense.-Me respondió y mi silencio actuó de interrogante.-Observa el reloj.

     Se encontraba al lado de su cuerpo tendido sobre la mesa. La sangre cubría el dorado y precioso reloj de bolsillo. Me puse los guantes y levanté la tapa. Las 12 en punto, las manecillas se encontraban petrificadas en aquella hora.

     -¿Se paró justamente a la hora de la muerte?-Pregunté al detective.
     -Parece ser que sí. No entiendo como se paró, pero el reloj parece ser que no fue golpeado ni nada que modificara su funcionamiento.
     -Es muy curioso, el último reloj que montó se convirtió en el reloj de su muerte.-Le comenté.
     -La verdad es que sí.-Me respondió Roseman con una media risa.-Pero eso no es lo único Turner.
     -¿Hay más?-Pregunté.
     -Echa un vistazo a todos los relojes de esta sala.-Miré a mi alrededor y todos los relojes se encontraban parados en las 12 en punto.
     -¿Qué cojones...?
     -Sal al pasillo y verás lo mismo.-Salí a paso ligero y comprobé que las palabras de Roseman eran ciertas. Todos los relojes parados a las 12.-Los de arriba también indican las 12.

     Quedé asombrado por aquel suceso. Parecía sacado de un capítulo de Dr.Who.
     -¿Cómo hizo eso?-Interrogué.
     -¿Quién?¿El asesino?-Me preguntó.-No tenemos ni idea, pero no es lo que más nos preocupa ahora mismo. Verá Turner, ese tío entró con todas las ventanas y puertas cerradas sin forzar una cerradura, tal y como entró, salió. Tampoco dejó huellas, lo único que conocemos es que recogió el casquillo de la bala. No tenemos ni idea de quien ni que es ese tío, pero matando no hemos visto nada igual. Fue rápido, limpio y eficaz.
     -¿No han averiguado nada los de criminología?
     -Han recogido algunas pruebas pero todo el mundo apunta a que son de la propia víctima.-Me aclaró.
     -No lo entiendo, es todo demasiado raro.
     -Sí, es lo más raro que he visto en toda mi vida. Llevo mucho tiempo trabajando para la policía y he visto muchos asesinatos, pero nunca uno como este. ¿No tienes nada más que decir?-Preguntó.
     -No. No puedo decir nada más, es la primera vez que veo algo así, pero hasta que no cierren el caso, voy a seguir dando por el culo a todos los peces gordos de la oficina.
     -Lo veo difícil David. Un caso como este es muy complicado y lo sabes. En cuanto analicen los resultados de las muestras, realicen autopsia y revisen un par de veces las actas del crimen, lo darán como cerrado. Pero bueno, aun así tienes un par de semanas. Aprovecha.
     -Eso haré Roseman. Si me disculpas me iré ya. Mándame cuando puedas los informes para que los revise y realice un expediente.
     -Entendido. Cuidado con la carretera hijo.-Me dijo mientras me giraba y me marchaba. Era evidente que no iba a dejar aquello así, pero no me gusta hacer mi trabajo bajo supervisión ni bajo ningún tipo de restricción, por lo tanto lo dejaría para la noche. La noche es la mejor hora para trabajar, no suele haber ningún capullo que te moleste mientras intentas hacer tu labor. Roseman es buena persona, pero me incordia. Además, las cintas policiales son fáciles de cortar.

     Volví al coche y encendí otro cigarro antes de arrancar. A veces pienso que hay lugares en los que no debo meter las narices, pero al fin y al cabo es mi trabajo, mi único trabajo.

     De camino a casa paré en un McAuto, pedí una cola y 1/4 de libra con queso extra en pepinillos.      

     -Algún día si no me matan acabaré muriendo de un ataque al corazón.-Susurré.

     Mientras comía seguía dándole vueltas al coco, pensando en como coño alguien pudo matar con tal perfección. Pensé en un suicidio, pero no me cuadraba la posición del tiro y la ausencia del arma. Todo era demasiado extraño, pero como ya he dicho, no pensaba rendirme.

     A la par que bajaba del coche, mi busca marcaba las 15:45. Cuando entrara a casa me esperaba una buena siesta hasta las 18:00, pero algo me quitó el sueño de repente. Una carta con tan solo el destinatario relleno descansaba sobre el escalón de la entrada de mi piso. Una carta con un sello un tanto raro.

     "Para el Sr.Turner, agente del FBI. Nueva York. Espero que le sirva de ayuda agente, muy pronto nos conoceremos".











  

martes, 17 de febrero de 2015

Time. Prólogo.

     Tic, tac, tic, tac, tic, tac.

     Así suena el reloj, segundo tras segundo, minuto tras minuto, hora tras hora. Siento como fluye cada segundo de ese preciado tiempo por el ambiente, lo noto. Pero, ¿qué es el tiempo? Einstein dijo que el tiempo es relativo, que no existe. A partir de ese momento muchos relojeros se plantearon que hacer con sus vidas. Yo en cambio me limité a seguir con mi trabajo. A seguir contando.

     Tic, tac, tic, tac, tic, tac.

     A escasos diez minutos de las doce de la noche el inexistente tiempo sigue corriendo. Las manecillas continúan con sus peculiar contoneo. Ya queda menos. Mientras espero, continúo mirando las pequeñas agujas doradas. El tiempo sigue pasando.

     Tic, tac, tic, tac, tic, tac.

     Queda cada vez menos, unos pocos segundos que se amontonan formando lo que normalmente es llamado minuto. Se acaba el tiempo, o mejor dicho, lo que nosotros conocemos como tiempo. Puedo apreciarlo, cada vez más cerca. Tan solo segundos para la medianoche. Ya está aquí. Ya ha llegado.

     Suena el reloj al caer las doce. El reloj se para, no hay sonido, no hay nada. Las manecillas dejan de moverse. El tiempo muere.

    Nada, solo simple y oscuro silencio. 

     Ha llegado la hora. Solo oscuridad. Solo el tenue sonido del silencio.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Shadows. Epílogo.

     Dicen que una buena historia siempre tiene un epílogo al final, así que yo no iba a quedarme atrás sin escribir un pequeño epílogo de "Shadows". No espero que este epílogo sea de vuestro agrado, pero no podía despedir esta historia sin antes aclarar unos cuantos conceptos y unas cuantas ramas en la trama de la historia. En este pequeño trozo, también os mostraré unas partes y aspectos que no pude meter de una manera u otra en la historia.
    Sobre John:
   Para los que no os quedó claro por qué John Dellman hizo todo eso, aquí os lo aclararé:
¿Por qué un hombre como Dellman con una vida perfecta o casi perfecta lo tiró todo por la borda por una simple borrachera? Muy simple la verdad, Dellman nunca tuvo una vida. Para explicarme mejor, John tuvo una infancia frustrada por la ausencia de una figura materna y por los constantes abusos y maltratos por parte de su padre. Todo eso condicionó a uno de los fantasmas que le persiguen, el fantasma del pasado. 
     Cuando John es adulto, consigue entrar en el FBI y en poco tiempo gana una valorada fama dentro del grupo. Su gran inteligencia, su carisma y su habilidad con las armas lo hacían el agente perfecto.
     Al casarse, empieza a imitar las conductas de su fallecido padre; llega tarde a casa, bebe y empieza a tener peleas con Linda. Al tener a Frank, parece que "el asunto" se calma y John vuelve a comportarse como un buen marido y ahora, un buen padre. Pero lo bueno no dura mucho y Dellman vuelve a repetir todas esas conductas.
     La gota que colma el vaso se da cuando John agrede brutalmente a Linda (ya sabéis lo que ocurre).
     Para los que os preguntéis como John se volvió loco, la respuesta está en lo que he escrito. En un momento de la historia, Larson explica ese por qué. Todos los traumas de John se ven reflejados en su vida y ese vacío que queda tras su separación, la pérdida de su trabajo y de su hijo, de su vida en general, hacen que John pierda la cabeza hasta un punto que ni el mismo es consciente de lo que hace.
     Así John Dellman deja su vida de luz y color, donde todo es perfecto y comienza una vida de oscuridad y amargura, una vida donde él es una sombra más.
     El arquetipo de la "Sombra":
   Tanto en el título de la historia como en la historia en si, menciono "el arquetipo de la Sombra". Según Carl Gustav Jung, la sombra es el arquetipo utilizado por el inconsciente colectivo para definir al miedo y a la inquietud interna. 
     Por eso, en la historia, tanto Larson como Dellman mencionan el arquetipo de sombra para referirse a todos los traumas y a todos los fantasmas del pasado que atormentan a John.
     Así que siempre que menciono "la Sombra" en la historia, me refiero a todos los miedos y preocupaciones que el protagonista sufre a lo largo de su vida y de la misma historia. De ahí el nombre de la historia, "Shadows".
     Sobre David Larson y el final de Shadows:
     Como bien sabéis, Larson empezó siendo un personaje secundario en la trama de Shadows, ya que aparece en uno de los capítulos intermedios, cuando llama a Dellman para interrogarle sobre la muerte de Daniel McHonell. Pero al final de Shadows, Larson aparece repentinamente y con un hueco en la historia (a mi parecer) bastante grande. Siempre quise hacer la historia más larga y rellenarla mejor, pero con el miedo a estropearla con tanto relleno y hacerla aburrida y disparatada, preferí acabarla y dejar unos huecos que más tarde explicaría aquí. 
     La verdad es que aunque haya varios huecos notables en la trama, la manera en la que la he llevado y la he acabado no me ha disgustado (aunque como ya he dicho, me hubiera gustado que fuera más larga).
     En cuanto al final, lo tenía pensado desde mediados de la historia, pero lo que nadie sabe es que el primer capítulo de Shadows es un trozo de un guión mío, que con un poco de imaginación y varios retoques hice que fueran "el Alfa y el Omega" de la historia, el principio y el fin. Digamos que la historia de Shadows la improvisé poco a poco hasta llegar a mediados de la historia. 
     También quisiera hablar sobre el cambio de narrador que se produce al final de la novela. Por mi parte decir que vi apropiado que la muerte de John Dellman y el final de la trama fueran contados por Larson, ya que después de Dellman es el personaje más importante a mi parecer.
     Se que al igual que mucha gente me ha felicitado por mi prosa y por la historia en si, habrá gente que no esté muy contenta con este mini relato y quiero volver a decir que poco a poco espero mejorar mi escritura y seguir con otra novela mucho más larga y a la que le dedicaré aún más tiempo y dedicación. 
     Así que vuelvo a agradecer a todos los lectores las visitas y los ánimos que me han dado y que pronto volveré con más historias.
     Hasta aquí llega Shadows.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Shadows (13). Sólo sombras.

     El disparo de John me aturdió, si no hubiese sido por el chaleco, ahora estaría muerto.
     Corrí todo lo rápido que pude o mejor dicho, todo lo rápido que me dejó correr mi costilla fracturada por el disparo. Seguí la senda que Dellman tomó y mis hombres con las armas cargadas me siguieron.
     -¿Está bien inspector?-Me preguntó un joven policía que me seguía por la derecha.
     - Tranquilo hijo, el chaleco me ha salvado. Como mucho tendré una pequeña fractura.-Le respondí mientras corríamos.
     -¿Hacia dónde habrá ido Dellman, señor?
     - No muy lejos, William. Este camino lleva a un barranco.-Respondí preocupado ante lo que podía suceder.
     Y al cabo de un minuto corriendo el sendero acabó y allí estaba de pie, dándole la espalda al precipicio y mirándonos con el revolver en la mano.
     Mis hombres le apuntaron con la clara intención de matarle.
     -¡No disparéis!-Ordené.- John, ya está, te hemos cogido.
     -No lo entiendes David. Yo no pude matar a esa gente, no pude matar a mi mujer delante de mi hijo, yo no puedo ser un asesino, Larson.
     -Estos últimos años no han sido los mejores de tu vida John, pero tienes que afrontar lo que has hecho.
     -¿Cómo coño quieres que asimile que soy un asesino en serie? Y lo que es aún peor, el asesino en serie que llevo persiguiendo semanas.-Dijo sin apenas lágrimas en la cara, ya no le quedaban lágrimas.
     -Ya te he dicho que te podemos ayudar John...-Vacilé.
     -¿Ayudarme a qué David? Soy un asesino,¡soy un maldito psicópata, David!
     -Todo fue un gran error John. Tu mente te engañó, quiso huir de la monotomía del día a día y de la triste vida que llevabas.
     -Por lo menos antes tenía una vida.-Respondió.
     -Y puedes empezar una nueva vida.-Le dije.
     -¿Una nueva vida?
     -Sí John, una nueva vida lejos de esto.
     -No pienso pasar lo que me queda de vida en un psiquiátrico.
     -En un centro especializado te pueden ayudar, John. Incluso podrías ver de vez en cuando a Frank.
     -¿Ver a Frank? ¿En serio crees que mi hijo querrá verme después de golpear a su madre cuando era un crío y ahora matarla? ¿Realmente crees que mi hijo se siente orgulloso del asesino que es su padre?
     -Cuando Frank crezca un poco más podríamos explicarle lo que pasó...-Le respondí a John de una manera tan forzada que parecía que le gastaba una broma.
     -No, David. No permitiré que Frank tenga como padre al monstruo que mató a su madre. No permitiré que sepa nada de mí.
     -Tu has elegido esto, John. Has elegido el camino difícil.
     -No, David. Sólo hay un camino en la vida, un camino lleno de oscuridad y cada uno de nosotros elegimos la senda que creemos correcta. Pero al final de la senda, todos acababamos en el mismo camino y te aseguro que mi camino ha acabado muy oscuro. Yo solo elegí esa senda, y yo solo la acabaré.
     -Detende John, no cometas más errores.
     -Es mi turno y decido sacrificar la última pieza David.
     -¡Suelta el revólver John!-Todos mis hombres cargaron las armas y apuntaron a Dellman.
     -Nos encontraremos al final del camino, inspector.
     -¡No, John! ¡Quieto!-Le grité mientras me apresuraba hacia él. Dellman dio un paso hacia atrás y se colocó a escasos centímetros del vacío.
     -Cuida de Frank, sólo te pido eso. Te pido que seas el padre que nunca tuvo.
     -¡John, no!
     -Cuéntale algún día que su padre no fue siempre el hombre que conoció. Dile que un día, su padre fue un hombre de verdad.
     Alargué el brazo mientras corría, pero ya era tarde.
    -Dile que lo siento por todo y que lo quiero más que a nadie.-Al acabar la frase Dellman colocó el revólver en su cabeza.
    -¡Noooooooooo!-Grité.
    -Sombras David, sólo somos sombras.-Y justo después de acabar la frase, Dellman se dejó caer al vacío mientras disparaba el arma contra su cabeza.
     Esas fueron lás últimas palabras de John Dellman antes de morir. Y con el tiempo me di cuenta de que Dellman tenía toda la razón. Todos somos sombras.
     Al ver como Dellman caía al vacío, quedé en estado de shock.
     Era irónico, ¿verdad? Un hombre que había tenido una buena vida, una esposa, un buen trabajo. Un hombre que había pasado toda su vida detrás de asesinos y dementes, y ahora, el era el demente asesino. El mismo había acabado con su esposa, el mismo se había perseguido semanas, hasta que al final, cuando acabó dándose cuenta de todo, vio que ya era tarde y acabó siendo una sombra más.
     Llamamos a un cuerpo médico y descendimos el barranco a por el cuerpo de Dellman.
     No hacía falta certificar la muerte, el disparo le había roto el cráneo y atravesado el cerebro hasta salir por el parietal izquierdo. Y por si no fuera poco, la caída le había destrozado la columna y le había pulverizado por completo el cráneo. Lo que quedó de John Dellman no era más que un saco de huesos rotos y un gran charco de sangre.
     No sé en que momento Dellman escribió aquella entrada en su diario, pero lo que sé es que por alguna razón que desconocía, el diario de John Dellman ahora me pertenecía. Según los médicos que realizaron la autopsia del cuerpo, encontraron el diario en un bolsillo de su gabardina, junto con una foto del pequeño Frank.
     Tampoco sé por qué lo hice, pero supongo que las últimas palabras de Dellman me hicieron recapacitar, eso y la precaria situación de su hijo, ahora huérfano, hicieron que luchara por la custodia de Frank.
     Después de varias reuniones con los agentes sociales, se me concedió la custodia del niño. Yo era la única familia que le quedaba. A partir de ahora yo era su familia.
     John fue enterrado unos días después. Nadie fue al funeral, sólo yo.
     Llovía mucho, y el ataúd se empapaba poco a poco de agua. El pastor que presidía la misa recitó unas cortas palabras mientras un monaguillo lo tapaba con un paraguas. Yo, en cambio, sólo llevaba mi viejo sombrero de solapa corta y mi traje protejido por mi chaqueta gabardina negra.
     La historia de John Dellman no fue entregada a ningún medio comercial. El único recuerdo que quedó de Dellman fue su diario, el diario en el que se encontraba toda su vida plasmada en palabras, toda una vida que ahora me pertenecía.
     El diario fue adjuntado junto con el mío y con otros escritos e informes que escribí durante un tiempo.
     Quizás la historia de John desaparecería con el tiempo, pero no de mi cabeza. No olvidaré jamás a John Dellman. Era un asesino y un demente, pero aún así, era un buen hombre, después de todo aquello, no me arrepentía de haberle ofrecido una segunda oportunidad, aunque él nunca la aceptó.
     El caso de Dellman me hace ver que el más honesto de los hombres puede ser corrompido por un mal mucho mayor que la lujuria, el alcohol o las drogas. En el caso de John, el alcohol sólo potenció aquellos fantasmas del pasado que lo atormentaban. La prematura muerte de su madre, los malos tratos que sufría por el alcoholismo del mismo y sus propias experiencias con la bebida, hicieron que todos esos fantasmas que lo atormentaban acabaran saliendo a la superficie y acabaran envolviéndolo en un manto de oscuridad y miedo, y finalmente, ese miedo y esa oscuridad acabaron conviertiéndolo en lo que más había temido siempre, en aquello de lo que siempre había huído.
     Ahora entiendo las últimas palabras que Dellman me dijo. Él tenía toda la razón, al fin y al cabo todos somos eso, todos somos lo que odiamos y todos acabamos convirtiéndonos en esos fantasmas. Al final, somos sólo sombras.



                                                      SHADOWS
                                 FIN    


                              





                                    Agradecimientos 

      Primero, quiero aclarar que aunque los agradecimientos suelen ir situados al principio de cualquier novela o libro, yo los he situado al final. He hecho esto, porque empecé esta novela (ni si quiera merece ser llamada novela, ya que es una breve historia sacada de un guión mío) solo y poco a poco fui ganando seguidores, poco a poco, vosotros, los lectores fuistes dándome ánimos para seguir adelante. Ya fueran críticas o alagos en si, todas esas opiniones tanto por las redes sociales como en persona, sumado a las mil visitas en un mes, hicieron que pudiera acabar esto.
      Me sabe  mal dejar esta historia, ya que es la historia con la que he dado el salto a la literatura amateur y me duele también por esos pocos lectores que me seguían, ya que a lo mejor esperabais más y no he podido daros todo aquello que deseabais, pero aún así mil gracias por todas estas visitas y por todas esas opiniones y comentarios.
     Antes de dejar esto aquí, quisiera informaros a los que seguís interesados en leer las palabrejas y las historias de este servidor, que voy a preparar otra historia, aún más larga y aún mejor que esta.
     También quisiera aclarar, que después de este capítulo, escribiré un epílogo sobre "Shadows" para explicar mejor la historia y todo aquello que ha podido quedar en el aire.
     Quisiera hacer una mención especial a una lectora en particular, que aunque no diré su nombre, espero que sepa que esto va dirigido a ella; quisiera darte a ti las gracias en particular, quisiera agradecerte por encima de los demás todo el apoyo que me has dado tanto en anónimo como en particular. Quiero que sepas que gracias a ti, he podido seguir escribiendo incluso cuando no me quedaban ganas ni palabras. Gracias.
     Para despedirme, quisiera daros una vez más las gracias al resto y deciros que poco a poco iré perfeccionando mi escritura y publicando más obras e historias con las que entretener a los amantes de la lectura.
     

                                                                                    Un abrazo y muchas gracias a todos. 
                                                                                                               Firmado: Joshiank.
  

     


jueves, 21 de agosto de 2014

Shadows (12). Un nuevo despertar.


     Aparece un individuo despertándose en medio del bosque, al lado del él hay un coche y una petaca vacía que había estado llena de alguna bebida alcohólica. El coche completamente abollado, parece ser el suyo. Al levantarse, se exalta y mira hacia todos los lados. Por un momento palpa su pecho y su cabeza y se tranquiliza.
     Va a abrir el coche, pero ve que está cerrado, por lo tanto, decide mirarse en los bolsillos para ver si tiene las llaves, y en efecto, ahí estaban.
      Al abrirlo, intenta arrancarlo, pero el piloto de la batería se enciende y no puede ponerlo en marcha, así que busca en la guantera, y allí encuentra una pistola y su móvil. Al coger el móvil el hombre intenta encenderlo rápidamente, pero el teléfono, no tenía batería.
     El individuo, completamente asustado y muy nervioso, intenta recordar cómo ha llegado allí y que hizo para acabar así, entonces, mira la petaca y no se le ocurre otra cosa, que pensar que se emborrachó y acabó perdido por el bosque.
     - ¿Por qué he acabado así?- Se preguntó.
     Desesperado, se levanta guardándose la pistola en su funda y decide seguir la senda del bosque. Al empezar a caminar intenta recordar que hizo horas atrás. Cuando de repente, empieza a recordar algo, no exactamente de aquella noche, pero si algo que le sucedió aquella semana.
     Ese individuo era John Dellman.
     Dellman andaba a paso lento, pero por dentro era un manojo de nervios. Sabía que la policía estaba muy cerca de él y que tarde o temprano estaría muerto, o peor aún, entre rejas.
     John no le tenía miedo a nada, sólo temía a su pasado. Pero el hecho de estar entre rejas le parecía una idea horrible. Pasar lo que le quedaba de vida entre tres paredes mugrientas sin poder recoger el jabón del suelo de la ducha, no estaba entre sus planes. Dellman prefería morir que acabar así.
     Si aún no se había suicidado era porque aún tenía que mover sus últimas piezas antes de acabar la partida, una partida que le había hundido la vida.
     Dellman caminó por del sendero que se abría  através del bosque. Aturdido y con algo de resaca, caminaba casi tambaleándose, como si la petaca que vació la noche anterior, la hubiera vaciado aquella misma mañana en su garganta.
     -Buenos días John.
     Dellman se giró y apuntó con su revólver.
     - No vengo armado John, suelta el arma por favor. No me gusta hablar con un hombre mientras este me apunta.- Le dije.
     - ¿Por qué me persiguen Larson? Yo no la maté, soy inocente. ¡Yo nunca haría daño a la mujer que amo, David!
     Sólo había hablado con Dellman dos veces, una de ellas fue por teléfono, y la otra vez que hablé con él, se suponía que estaba muy afectado por la pérdida de su amigo.
     - Yo no vengo a matarte John, vengo a hablar contigo.
     - ¡Soy inocente Larson! ¡Yo ya pagué el castigo que se me impuso aquella noche que golpeé a Linda!- Me dijo mientras me apuntaba con su arma.
     - Sé muy bien lo que sucedió John. Pero no vengo a hablar de lo que pasó esa noche. Baja el arma y hablaremos.
     - Como usted desee inspector.- Me dijo mientras bajaba el revólver.
     - Así me gusta Dellman. Es mejor acabar esto por las buenas.
     - ¡Escúcheme bien, yo no maté a Linda!
     - ¿No? ¿Quién fue entonces John? ¿El asesino que lleva persiguiendo tanto tiempo? ¿ Fue ese?- Le dije seriamente.
     - Sí Larson, ¡sí! Va a por mí, ¿no lo entiende? Me mandó una carta mientras yo estaba en Painhome hablando con Jason. Me dijo que había visitado a Linda y Frank, ¡y cuando llegué allí Linda ya estaba muerta, David!
     - ¿La carta? 
     - Sí David, la carta que me escribió el hombre que la mató, el mismo hombre que mató a Daniel McHonell, ¡el mismo hombre que llevo persiguiendo semanas! Ese hombre me ha hundido la vida por completo, David.- Me dijo casi llorando.
     - ¿Esta carta puede ser?- Le dije mostrándosela.
     - ¡Es esa! Oh David gracias a Dios que la tienes.- Me dijo casi aliviado.
     -  John, esta carta fue escrita por ti.
     Dellman se quedó sin palabras. 
     -¿Estas insinuando que yo maté a Linda?
     - Mataste a Linda, John. Esa carta tiene tu letra. Los de criminología identificaron la misma letra en la carta que enviaste a Daniel McHonell.
     - David por favor... No me hagas esto.- Me dijo llorando.
     - Tú mataste a McHonell mientras leía tu propia carta John.
     John me miró a los ojos. Moviendo la cabeza de un lado a otro, totalmente atónito.
     - Mataste a la prostituta que encontraron muerta en su habitación, las camáras que se encontraban situadas en el banco que hay enfrente del edificio te grabaron.
     - No, esto no es verdad David. ¡Es una puta pesadilla! ¡Dime que es una maldita pesadilla David! ¡Dímelo!- Gritaba entre gritos.
     - No John. La madre del hombre encontrado en la 9ª avenida no cree que sea una pesadilla. John, tu mataste a esas personas, mataste al bibliotecario de la calle Bell y a la adolescente gótica.
     - ¡Esto es una broma David! ¡Para!
     - No hay ningún asesino John. Llevas persiguiéndote a ti mismo un mes. Un mes que durante el día buscabas falsas pistas de un supuesto psicópata y cuando llegaba la noche asesinabas a todas esas personas. Llevas un mes sin dormir John, un mes a base de ansiolíticos y whisky.
     - No David, ¡no!- Dijo levantando el arma.- ¡Alguien está contra mí! ¡Me quieren hundir!
     - Nadie te quiere hundir John. Tú mismo te has hundido. Tú mismo has puesto fin a la triste vida que llevabas. 
     -¡Cállate! ¡Para!- Gritaba.
     - No podías vivir un vida sin tu mujer, sin tu hijo, sin tu trabajo. Tu cabeza necesitaba volver a tu antigua vida. Volviste a tu casa para  Linda te perdonara, y acabaste matándola. Los vecinos nos llamaron porque escucharon los gritos. Mataste a Linda delante de tu hijo, John.
     -¡Deja de mentir! ¡Cállate ya!- Me dijo dándome un puñetazo.
     - Por mucho que me pegues las cosas van a seguir igual.-Le dije levantándome.- Ya vienen a por ti John, entrégate o te matarán.
     - ¡Dije que te callaras!-Dijo disparando al suelo.
     - Matamé si quieres, yo no tengo nada que perder. Tú, en cambio, lo has perdido todo.
     Se acercó más a mí y me apuntó con su revólver.
     - Estas enfermo, has perdido la cabeza.
     - Dime, ¿cuándo hablé con Jason entonces?
     - ¿Con Jason, el famoso "Predicador"?
     - Sí, lo visité para que me ayudara con el caso.-Me respondió con el arma en la mano.
     - Jason lleva muerto cinco años John. Lo mató un tumor cerebral. 
     - ¡Mentira! ¡Yo estuve en Painhome la otra noche!
     - Painhome ya no existe. Derrumbaron el lugar hará unos dos años.
     - No,¡no mientas más!
     -  ¿Cómo crees que pudiste matar a toda esa gente sin dejar pistas? Sólo un hombre con tu historial en el FBI podría hacer eso John. Creaste un monstruo a partir de todos los traumas de tu vida. Hiciste que todas esas sombras que te atormentaban acabaran perteneciendo a ti.
     - Sabes que soy inocente Larson.- Balbuceaba entre lágrimas.
     - Necesitas ayuda psicólogica John. Entrégate y te podremos ayudar. No tienes por qué ir a la cárcel. Hay centros en los que te pueden ayudar.
     - Yo no necesito ayuda David.- Dijo.
     - Tendrás que decírselo a mis hombres John.- Le respondí mientras las sirenas de los coches que venían para el lugar sonaban.
     - Yo no estoy loco.
     Al acabar la frase me disparó en la vientre. Yo caí al suelo mientras mis hombres llegaban y él corria hacia el bosque.
     Ahora, todas las sombras que persiguían a Dellman le habían atrapado. El mismo lo había creado todo, para después destruirse, para ser eso, para ser una sombra más.