Capítulo 1: Génesis.
Aparece un cura en escena, sólo en la iglesia, de repente,
abre lo que parece ser la biblia y empieza a recitar unos versículos:
“En el
principio creó Dios los cielos y la tierra.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz
del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas…”
El cura, empezó a recitar los
versículos del Génesis, hasta que en el versículo 26, paró.
De repente, se oye una voz:
-¿Y la creación del hombre, no la
lee?-
-Esa parte no es de mis favoritas
Señor Vanes.-Dijo el cura sin quitar los ojos del libro.
-Ya veo. En cierta medida, la Tierra
estaba mejor sin el hombre, ¿no es cierto reverendo McWillson?-Le contestó
Vanes.
De repente el cura levanto la cabeza
y miró fijamente a Vanes.
-No me parecen sabias palabras para
alguien que se aprovecha de las personas para enriquecerse.-Le respondió
McWillson con cierta chulería.
Vanes, hizo un gesto de molestia
hacia el cura y le dijo:
-Creo que con todo el debido
respeto, debería de cerrar esa boca cristiana, y dejar de decir falacias hacia
mí, ya que…-
-¿Ya qué Señor Vanes?-Dijo
el cura interrumpiéndole.
-Ya que tengo una reputación que
mantener señor mío.-Le contestó al cura levantándose de la banca en la que se
sentaba.
Después de decir esas palabras,
Vanes salió a toda prisa de la iglesia, bastante enfadado y dejando al padre
McWillson con la palabra en la boca.
Justamente
al salir Vanes de la iglesia, el padre McWillson dejó su biblia sobre el altar
y frente a la sacristía se arrodilló y se santiguó.
Mientras el reverendo se quitaba la
sotana, miraba fijamente un crucifijo que se hallaba en la mesa de la
sacristía, era raro, ya que el padre McWillson llevaba 3 años en aquella
iglesia y jamás había visto ese crucifijo.
El crucifijo
era de madera, por lo que el padre dedujo, de madera de buena calidad, de roble
quizás. Pero no era la madera lo que le llamó la atención al padre McWillson,
era la antigüedad del crucifijo, ya que por lo que se podía apreciar, era
bastante viejo.
Además, cabe
destacar que en el crucifijo había unas marcas, talladas a mano, por un buen
carpintero por lo que parecía.
McWillson cogió el crucifijo, y se
colocó sus gafas, y leyó algo que se encontraba en la parte posterior del
objeto:
Ap: 12:3-4
El cura, soltó lentamente el crucifijo sobre la mesa, y fue
al altar a coger su vieja biblia, se fue directo al final, al Apocalipsis, ya
que las abreviaturas que se encontraba en el crucifijo, eran las abreviaturas
de Apocalipsis. Al llegar al último libro de la biblia, buscó el capítulo 12 y
se fue a los versículos 3 y 4. A continuación, empezó a leer:
“También
apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las
estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a
la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como
naciese.”
El cura, se estremeció al leer esos
versículos tan oscuros y mórbidos de la
biblia.
Lo
único que hacía era preguntarse quién había puesto aquel crucifijo allí, no
sabía lo que hacer, así que decidió cerrar
la iglesia y pasear para despejar su mente.