lunes, 23 de marzo de 2015

Time. Capítulo 1: El relojero.

     Mi nombre es Adrian Turner y trabajo para el FBI. Mi día a día consiste supervisar actas de asesinatos, visitar escenas de crímenes y asistir a juicios. Bastante aburrido la verdad.

     Nueva York es una ciudad preciosa, llena de lugares enigmáticos retratados en miles de películas. Nueva York es la ciudad cantada por Sinatra, fotografiada por Kubrick, filmada por Woody Allen; la "Gran Manzana". Nueva York es la ciudad de la libertad, de los sueños, de la esperanza, el modelo americano de ciudad por excelencia.

     Pero Nueva York también es una ciudad negra, oscura, sucia y corrompida por la mafia, las drogas, el alcohol y el sexo. Es esa gran mierda que pintan de dorado y perfuman con Channel Nº 5 para atraer al público. Y la verdad es que lo hacen bien. A pesar de todo, Nueva York es mi ciudad y me guste o no, mi día a día.

     Cada mañana me levanto temprano y paseo por Central Park mientras me fumo mi primer cigarrillo. Me gusta sentir la brisa y las hojas caer de los árboles a la llegada del otoño. También me gusta ver los pájaros volar a ras de los estanques mientras aprovechan la poca calor que queda.

     Hoy he recibido una llamada de la central informándome de que me necesitaban a dos manzanas de donde me encontraba desayunando. Así que me acabé el café, me comí mi bollo diario de crema que venden en Kinker's Donuts y me fumé mi cigarrillo del desayuno. Monté en el coche y encendí la radio para hacer un poco más ameno el camino ya que a hora punta las calles son un hervidero de gente y automóviles. Busqué mi emisora favorita y sonaba "Hallelujah" de Leonard Cohen. Así la escuché hasta darme cuenta que la canción había acabado hacia ya un enorme rato y que solo estaba a unos metros del lugar del crimen. Aparqué mi viejo Chevy Camaro del 69 y bajé de él.

     Llegando a la supuesta casa me encontré con los de criminología saliendo del lugar.

     -Como siempre llegas tarde.-Me dijo uno de ellos, un joven que ya había visto antes en otras escenas.
     -Que te jodan.-Le respondí sacándole el dedo mientras él reía. Era cierto, siempre llegaba tarde.

     Entré por la puerta y nada más pisar el corredor me fijé en la cantidad de relojes de pared que había colgados por el pasillo.

     -Por fin ha llegado, Turner.-Era el detective Roseman. Me estaba esperando.
     -Sabe perfectamente que no tengo prisa. Los muertos no se suelen mover del sitio, detective.-Le respondí.
     -No voy a comenzar la discusión de siempre David, entre ya.-Roseman parecía preocupado. Insistía con ganas en pasar al salón de aquella extraña casa.-El susodicho era relojero como puedes observar por las paredes. Parece que fue asesinado mientras acababa un último reloj y es curioso, ya que murió segundos después de ponerlo en marcha.-Me contaba aquello a la vez que entrábamos.

     La casa estaba muy oscura y olía a cerrado. Además, todos aquellos relojes me ponían de los nervios.

     -Aquí está.-Me dijo señalando el cuerpo. Aquel tipo estaba boca abajo sobre la mesa, sentado en su silla con un agujero en la cabeza de lo que parecía ser una 9mm.
     -Balazo, ¿no?-Le pregunté.
     -En efecto, un balazo a bocajarro en la nuca. Murió instantáneamente, según dicen los forenses la bala puede estar alojada en la zona del bulbo raquídeo, lo que lo mató instantáneamente.
     -¿Hora de la muerte?-Volví a preguntar.
     -Según estiman fue sobre las 12 de la madrugada, pero creo que no hace falta llamar a ningún forense.-Me respondió y mi silencio actuó de interrogante.-Observa el reloj.

     Se encontraba al lado de su cuerpo tendido sobre la mesa. La sangre cubría el dorado y precioso reloj de bolsillo. Me puse los guantes y levanté la tapa. Las 12 en punto, las manecillas se encontraban petrificadas en aquella hora.

     -¿Se paró justamente a la hora de la muerte?-Pregunté al detective.
     -Parece ser que sí. No entiendo como se paró, pero el reloj parece ser que no fue golpeado ni nada que modificara su funcionamiento.
     -Es muy curioso, el último reloj que montó se convirtió en el reloj de su muerte.-Le comenté.
     -La verdad es que sí.-Me respondió Roseman con una media risa.-Pero eso no es lo único Turner.
     -¿Hay más?-Pregunté.
     -Echa un vistazo a todos los relojes de esta sala.-Miré a mi alrededor y todos los relojes se encontraban parados en las 12 en punto.
     -¿Qué cojones...?
     -Sal al pasillo y verás lo mismo.-Salí a paso ligero y comprobé que las palabras de Roseman eran ciertas. Todos los relojes parados a las 12.-Los de arriba también indican las 12.

     Quedé asombrado por aquel suceso. Parecía sacado de un capítulo de Dr.Who.
     -¿Cómo hizo eso?-Interrogué.
     -¿Quién?¿El asesino?-Me preguntó.-No tenemos ni idea, pero no es lo que más nos preocupa ahora mismo. Verá Turner, ese tío entró con todas las ventanas y puertas cerradas sin forzar una cerradura, tal y como entró, salió. Tampoco dejó huellas, lo único que conocemos es que recogió el casquillo de la bala. No tenemos ni idea de quien ni que es ese tío, pero matando no hemos visto nada igual. Fue rápido, limpio y eficaz.
     -¿No han averiguado nada los de criminología?
     -Han recogido algunas pruebas pero todo el mundo apunta a que son de la propia víctima.-Me aclaró.
     -No lo entiendo, es todo demasiado raro.
     -Sí, es lo más raro que he visto en toda mi vida. Llevo mucho tiempo trabajando para la policía y he visto muchos asesinatos, pero nunca uno como este. ¿No tienes nada más que decir?-Preguntó.
     -No. No puedo decir nada más, es la primera vez que veo algo así, pero hasta que no cierren el caso, voy a seguir dando por el culo a todos los peces gordos de la oficina.
     -Lo veo difícil David. Un caso como este es muy complicado y lo sabes. En cuanto analicen los resultados de las muestras, realicen autopsia y revisen un par de veces las actas del crimen, lo darán como cerrado. Pero bueno, aun así tienes un par de semanas. Aprovecha.
     -Eso haré Roseman. Si me disculpas me iré ya. Mándame cuando puedas los informes para que los revise y realice un expediente.
     -Entendido. Cuidado con la carretera hijo.-Me dijo mientras me giraba y me marchaba. Era evidente que no iba a dejar aquello así, pero no me gusta hacer mi trabajo bajo supervisión ni bajo ningún tipo de restricción, por lo tanto lo dejaría para la noche. La noche es la mejor hora para trabajar, no suele haber ningún capullo que te moleste mientras intentas hacer tu labor. Roseman es buena persona, pero me incordia. Además, las cintas policiales son fáciles de cortar.

     Volví al coche y encendí otro cigarro antes de arrancar. A veces pienso que hay lugares en los que no debo meter las narices, pero al fin y al cabo es mi trabajo, mi único trabajo.

     De camino a casa paré en un McAuto, pedí una cola y 1/4 de libra con queso extra en pepinillos.      

     -Algún día si no me matan acabaré muriendo de un ataque al corazón.-Susurré.

     Mientras comía seguía dándole vueltas al coco, pensando en como coño alguien pudo matar con tal perfección. Pensé en un suicidio, pero no me cuadraba la posición del tiro y la ausencia del arma. Todo era demasiado extraño, pero como ya he dicho, no pensaba rendirme.

     A la par que bajaba del coche, mi busca marcaba las 15:45. Cuando entrara a casa me esperaba una buena siesta hasta las 18:00, pero algo me quitó el sueño de repente. Una carta con tan solo el destinatario relleno descansaba sobre el escalón de la entrada de mi piso. Una carta con un sello un tanto raro.

     "Para el Sr.Turner, agente del FBI. Nueva York. Espero que le sirva de ayuda agente, muy pronto nos conoceremos".











  

No hay comentarios:

Publicar un comentario